Vamos a explorar tres estrategias que, combinadas, te permitirán aumentar tu capacidad de ahorro, uno de los pilares fundamentales de cualquier plan de finanzas personales.
Aunque resulta bastante obvio, antes de adentrarnos en las estrategias específicas, es importante mencionar que existen dos formas fundamentales de aumentar tu margen de ahorro: aumentar tus ingresos y disminuir tus gastos. En esta ocasión, nos centraremos en lo segundo. Los 3 pasos a seguir son los siguientes.
1.Detecta los gastos principales
Obviamente lo mejor es gastar lo menos posible en tantos aspectos como sea factible. Sin embargo, una estrategia más pragmática consiste en centrarse sobre todo en los gastos con mayor potencial de ahorro. Los podemos dividir en dos tipos:
- Gastos de importe elevado.
- Gastos de pequeño importe pero muy frecuentes
Gastos elevados
Los gastos de importe más elevado son fáciles de detectar y actuar sobre ellos puede marcar una gran diferencia en tu presupuesto. Reducirlos suele requerir un esfuerzo importante (de tiempo, disfrute, comodidad…) pero puntual. Por ejemplo, renegociar las condiciones de tu hipoteca (o cambiar la hipoteca a otro banco) puede ser un proceso engorroso, pero será un esfuerzo limitado en el tiempo ; renunciar a un viaje es un sacrificio, pero se limita al mes de vacaciones. Si tenemos una buena conciencia de ahorro, este tipo de acciones son las más fáciles de gestionar desde el punto de vista psicológico, porque la relación entre el coste y beneficio la vemos más clara y el esfuerzo lo realizamos una sola vez. El sacrificio obtiene una recompensa evidente.
Gastos pequeños recurrentes
Por su parte, los gastos pequeños pero frecuentes pasan más desapercibidos debido a su bajo importe, como ese café diario en el bar o el uso del coche para recorridos cortos en lugar de caminar o utilizar el transporte público. Son desembolsos tan pequeños que creemos que apenas afectan a nuestras finanzas. Reducir estos gastos requiere hacer un esfuerzo pequeño, pero repetido infinidad de veces. Como su bajo importe impide que te des cuenta de cuánto impacto tienen a lo largo del tiempo, es muy probable que tu cerebro te diga que el esfuerzo no vale la pena, porque la recompensa parece muy pequeña.
Entonces, ¿cómo puedes implementar estrategias efectivas para reducir esos gastos? El paso fundamental es proyectar tus gastos en el largo plazo. Cuando vayas a realizar un gasto pequeño, multiplica el coste por el número de días al mes en que realizas ese gasto. Ahorrar un día 4,5€ de un café y un bocadillo te puede parecer poco. Pero pensar que ello te supone unos 90€/mes (o unos 900€/año) puede hacer que te lo replantees. Esto te ayudará a visualizar cuánto podrías estar ahorrando si dejaras de hacerlo. Muchos de estos gastos apenas aportan nada en tu calidad de vida. Lo hacemos porque no somos capaces de darnos cuenta del sacrificio económico real que suponen.
Los gastos de importe más elevado son fáciles de detectar. Reducirlos suele requerir un esfuerzo importante pero puntual. Los gastos pequeños pero frecuentes pasan más desapercibidos debido a su bajo importe. Reducirlos requiere hacer un esfuerzo pequeño, pero repetido infinidad de veces
2.Traza un plan de ahorro
Categoriza los gastos
Una vez hayas detectado los gastos más importantes, decide cuáles son opcionales y cuáles son imprescindibles. Fíjate que digo “decide” (y no “identifica”) porque, realmente, que un gasto sea o no imprescindible es completamente subjetivo, así que deberás tomar una decisión sobre qué gastos realmente son esenciales y cuáles no.
Define un plan de actuación
Anota tu plan de actuación con las menos ambigüedades posibles.
1- Define claramente qué vas a hacer para intentar reducir tus gastos imprescindibles. 2- Define claramente cómo vas a reducir o eliminar los gastos prescindibles.
Aquí tendrás una decisión difícil por dos motivos. Primero porque estás decidiendo tu estilo de vida (si deseas que sea más frugal, etc..) Segundo porque el dinero es un concepto muy abstracto y no tenemos muy claro si gastarnos una cierta cantidad en algo nos compensa o no. A algunas personas les va bien pensar en términos de tiempo y no de dinero.
La pregunta de «¿realmente me compensa gastar este dinero en esta subscripción?», te la podrías plantear como «¿realmente me pasaría un día entero trabajando a cambio de esta subscripción?»
Por lo que respecta a los gastos necesarios, si bien no puedes eliminarlos, céntrate en buscar alternativas más económicas.
En ambos casos sé específico y cuantitativo: en lugar de decir «quiero gastar menos», establece objetivos específicos y cuantitativos. Por ejemplo, «reduciré mis gastos mensuales en restaurantes en un 20%». En lugar de decir «quiero estudiar si mi hipoteca actual es mejorable» deberías decir «antes del mes de marzo tendré sobre la mesa tres ofertas de entidades bancarias con sus condiciones para cambiar mi hipoteca» Establecer metas claras te dará un objetivo concreto que perseguir.
Establece objetivos específicos y cuantitativos. Por ejemplo, «reduciré mis gastos mensuales en restaurantes en un 20%”. Establecer metas claras te dará un objetivo concreto que perseguir. (…) Se trata de definir una serie de puntos que vas a cumplir sin excepciones, no de escribir una lista de deseos. No seas demasiado ambicioso con tus objetivos. Póntelo fácil
Es muy importante que el plan trazado se respete completamente. Por lo tanto, te aconsejo que seas muy poco ambicioso con tus objetivos. Se trata de definir una serie de puntos que vas a cumplir sin excepciones, no de escribir una lista de deseos. Tu cerebro siempre buscará una excusa para saltarse el plan, así que hazte un favor y póntelo fácil.
Márcate un día de cada mes para revisar tu plan, y comprobar qué estás cumpliendo todas las partes. Cuando hayas conseguido respetar tu plan inicial durante un tiempo, puedes marcarte objetivos más ambiciosos. Recuerda que estás adquiriendo un hábito, y eso lleva tiempo.
3.Ayúdate a psicológicamente a cumplir con tu plan de ahorro
Trazar planes es relativamente fácil. Lo complicado es cumplirlos y, sobre todo, hacerlo a de forma sostenida a lo largo del tiempo. Los circuitos de recompensa del cerebro se ven activados cuando nos encontramos ante situaciones que nos provocan placer, produciendo la liberación de un neurotransmisor llamado dopamina. Comprar es un uno de esos comportamientos placenteros. Cuando adquieres un producto o servicio tu cerebro evalúa el placer de realizar la compra frente al dolor de gastar el dinero. Resumiendo: ahorrar es una guerra psicológica contra ti mismo. Por ello siempre es útil utilizar estrategias que psicológicamente decanten la balanza hacia la opción de no comprar y te ayuden a seguir tu plan de ahorro. De entre ellas, destacaría las siguientes:
Págate a ti primero
Hay personas a las que controlar los gastos del día les supone un esfuerzo considerable porque solo se sienten mal gastando dinero cuando su saldo se acerca a los números rojos. Al fin y al cabo, si tengo dinero en la cuenta , ¿por qué voy a hacer sacrificios?
Si eres de esos casos, lo mejor es que automatices tus ahorros. Se trata de que, una vez hayas tomado la decisión de ahorrar, no la tengas que volver a tomar cada mes. Crea un hábito de ahorro que no dependa de como te sientas en cada momento. Configura una transferencia automática desde tu cuenta corriente a una cuenta de ahorro (o directamente a tus inversiones) en cada fecha de pago. Esto garantiza que una parte de tus ingresos se destine al ahorro antes de que tengas la oportunidad de gastarla. El ahorro no debe verse como dinero disponible
Aprende a disfrutar de tu ahorro
Ten a mano un registro con tus metas y objetivos para que puedas comprobar cómo los vas cumpliendo. Al final, te proporcionará más satisfacción haber sido capaz de trazar un plan y ser capaz de cumplirlo que muchos de los gastos que estás teniendo.
Piensa que tu bolsa de ahorro no deja de ser una bolsa de libertad. Son horas de trabajo que guardas y podrás usar más adelante si las necesitas.
Invierte
Aunque este artículo no tiene por objetivo tratar el tema de la inversión, no podemos pasar por alto que si inviertes te va a ser más fácil gastar menos. ¿Por qué? Porque si ahorras sin invertir estás renunciando a comprar, con lo que los mecanismos de recompensa de tu cerebro asociados a las compras no se activan. Pero si ahorras para invertir, sabrás que con ese dinero estarás “comprando” algo (acciones, un depósito…) con lo que los mecanismos de recompensa de nuestro cerebro relacionados con la compra se activan igualmente. Ya no renunciamos a comprar, sino que elegimos comprar otra cosa. Si no puedes contra tu enemigo, únete a él.
Recuerda que ahorrar no significa privarte de todo, sino ser consciente de tus decisiones financieras y tomar medidas inteligentes para reducir los gastos que te aportan menos de lo que te cuestan. Al implementar estas estrategias y mantener un seguimiento constante de tus gastos, estarás en camino hacia un mejor control de tus vida.